Biblia Multilingüe


 

 

Louis Segond

Cette version de la Bible est la traduction de Louis Segond (docteur en théologie), révisée en 1910. Elle a été traduite d'après les textes originaux hébreux et grec, et constitue l'une des plus importantes versions protestantes françaises contemporaines.

King James Version (KJV)

"In 1604, King James I of England authorized that a new translation of the Bible into English be started. It was finished in 1611, just 85 years after the first translation of the New Testament into English appeared (Tyndale, 1526). The Authorized Version, or King James Version, quickly became the standard for English-speaking Protestants. Its flowing language and prose rhythm has had a profound influence on the literature of the past 300 years." - Gospel Communications Network

Revidierte Elberfelder Bibel, publicada por R. Brockhaus en 1985

The translation of the "Elberfelder Bible" began in 1854 by Carl Brockhaus, J.N. Darby, J.A. von Poseck and H.C. Voorhoeve. The New Testament was first completed in 1855, followed by the entire Bible in 1871. Since then there have been significant updates and revisions, including the revisions in 1960, 1975, and 1985. The ELB was published by the R.Brockhaus Verlag.

The Elberfelder Bibel has long been the most literal translation available in German. Whereas Luther used a mixed style of word-for-word and interpretive translation, the Elberfelder is strictly word-for-word, also trying to reflect tense, voice and moods of the underlying Greek verbs, etc. The NT was mainly based on critical texts available at that time, though the Textus Receptus was used in undecided cases.

Vulgata

(en latín vulgata editio, 'edición popular'), edición de la Biblia latina calificada de "auténtica" por el Concilio de Trento. En su acepción original, el nombre se atribuyó a la "edición común" de la Septuaginta griega utilizada por los primeros Padres de la Iglesia. Más tarde se trasladó a la antigua versión latina (la Ítala) del Antiguo y del Nuevo Testamento utilizada con gran frecuencia durante los primeros siglos de la Iglesia occidental. La actual composición de la Vulgata es en esencia obra de san Jerónimo, doctor de la Iglesia.

En principio, san Jerónimo recurrió a la Septuaginta griega para realizar su traducción del Antiguo Testamento, incluyendo partes de los deuterocanónicos; más tarde consultó los textos hebreos originales. Elaboró tres versiones de los Salmos, llamados Romanos, Galos y Hebreos. El Salterio Galo, basado en una transliteración griega de un texto hebreo, es el que hoy puede leerse en la Vulgata. A petición del papa Dámaso I, en 382, Jerónimo se había encargado con anterioridad de una revisión del Nuevo Testamento. Corrigió de forma exhaustiva los Evangelios; pero los especialistas no se ponen de acuerdo acerca de si las ligeras verificaciones realizadas en el Nuevo Testamento son o no obra suya.

Durante los 12 siglos siguientes, el texto de la Vulgata fue transmitido cada vez con menor precisión. El Concilio de Trento reconoció la necesidad de un texto latino auténtico, y autorizó el examen de las versiones corruptas que habían perdurado. En 1546, se decretó que la Vulgata sería el único texto latino autorizado para la Biblia. Esta revisión es el texto en latín básico que todavía utilizan los especialistas. Una moderna reelaboración del mismo, a instancias del papa Pablo VI como resultado del Concilio Vaticano II, fue completada en su mayor parte en 1977. Se utilizó para elaborar los nuevos textos litúrgicos en latín que representaban el fundamento de las liturgias vernáculas decretadas por el Concilio.

Septuaginta,

denominación que recibe la antigua traducción griega del Antiguo Testamento hebreo. El término se deriva de la palabra latina septuaginta ('setenta', de ahí su acostumbrada abreviatura LXX), que se refiere a los 70 (quizá 72) traductores que se consideró habían sido nombrados por el sumo sacerdote hebreo de aquellos tiempos para traducir al griego la Biblia hebrea a instancias del rey de Egipto Tolomeo II Filadelfo (285-246 a.C.).

La leyenda de los 70 traductores contiene elementos de verdad, ya que la Torá (los cinco libros de Moisés: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) tal vez fuera traducida a la lengua griega en el siglo III a.C. para atender a las necesidades espirituales de los judíos que vivían fuera de Palestina y que, al hablar griego, habían perdido la posibilidad de leer sus Sagradas Escrituras en el original hebreo. La traducción de los demás libros del Antiguo Testamento hebreo, la adición al mismo de libros y otros capítulos (los libros deuterocanónicos) y la producción final del Antiguo Testamento griego como Biblia de la primera Iglesia cristiana, constituye una historia muy compleja. Por cuanto la Septuaginta, en lugar del texto hebreo, se convirtió en la Biblia de la Iglesia primitiva, hacia el siglo III se realizaron otras traducciones judías al griego de la Biblia hebrea; de éstas sobreviven sólo algunos fragmentos, y su historia es aún más oscura que la de la Septuaginta.

 

La Biblia Reina-Valera

Las primeras versiones castellanas del Nuevo Testamento se realizaron al amparo de la Reforma, y para el momento de sus publicaciones no pudieron llegar a sus destinatarios debido al rígido control que ejercían los inquisidores en las fronteras españolas. Fue por ello que la primera versión traducida directamente del griego, obra de Francisco de Encinas, editada en Bruselas en 1543, tuvo que esperar algún tiempo para su distribución. Esto aconteció cuando su revisor, Juan Perez de Pineda, trabó contacto con un personaje muy singular, llamado Julián Hernández. Este hombre, quien más tarde llegó a ser conocido bajo el seudónimo de Julianillo, oportunamente se ofreció para introducir copias del Nuevo Testamento en España. Con la terrible fuerza opositora de la Inquisición por delante, Julían Hernandez comenzó a realizar sus arriesgados viajes. Su audacia y valor eran extraordinarios y, vez tras vez, logró introducir abundante cantidad de Nuevos Testamentos y otra literatura reformista en su país, hasta que, finalmente, fue traicionado y entregado en manos de sus perseguidores, para ser quemado en la hoguera.

Lucha contra los cristianos

Sin embargo, la labor de Julianillo no fue infructuosa, ya que antes de su captura logró esconder el precioso contrabando en varios sitios a lo largo del recorrido de su huida. Uno de estos lugares, fue nada menos que... un claustro de monjes católicos llamado San Isidro del Campo. El resultado de semejante hazaña no se hizo esperar. La Palabra de vida comenzó su obra convirtiendo el corazón de muchos de los monjes del monasterio, quienes, por abrazar su nueva fe, se vieron forzados al exilio. Entre los primeros que huyeron de España fueron, uno, Casiodoro de Reina; otro, Cipriano de Valera. Recorriendo las ciudades protestantes de Europa, comenzaron sus labores de traducción de la Santa Biblia. Primero, habría de traducir Reina; luego al tiempo, revisaría Valera. Su ardua labor se refleja en parte de la "amonestación" que el primero dirige con estas palabras: "La obra nos ha durado entre las manos enteros doce años. Sacado el tiempo que nos ha llevado o enfermedades, o viajes, u otras ocupaciones necesarias en nuestro destierro y pobreza, podemos afirmar, que han sido bien los nueve, que no hemos soltado la pluma de la mano, ni aflojado el estudio en cuanto las fuerzas así del cuerpo como del ánimo nos han alcanzado. Parte de tan larga tardanza ha sido la falta de nuestra erudición para tan grande obra, lo cual ha sido menester recompensar con casi doblado trabajo; parte también ha sido la estima que Dios nos ha dado de la misma obra, y el celo de tratarla con toda limpieza, con la cual obligación con ninguna erudita ni luenga diligencia se puede jamás satisfacer. La erudición y noticias de las lenguas, aunque no ha sido ni es la que quisiéramos, ha sido la que basta para entender los pareceres de los que más entienden, y conferirlos entre sí, para poder escoger lo más conveniente conforme al sentido y noticia que Dios nos ha dado de su Palabra. Nos hemos ayudado del juicio y doctrina así de los vivos como de los muertos, que en la obra ha podido dar alguna ayuda, consultado todas las versiones que hasta ahora hay, y muchas veces los comentarios. Tampoco nos ha faltado las experiencias y ejercicio de muchas de las cosas que trata y hace principal estado la divina Escritura, que de hecho es la mayor y más sustancial ayuda, no faltando las otras, para su verdadera inteligencia." El fruto de la labor de Casiodoro de Reina es la extraordinaria versión que hoy poseemos. Por su excelencia, sobrepuja todas las demás versiones castellanas de las Sagradas Escrituras. La pureza de sus expresiones constituye para la prosa española, un aporte monumental no reconocido; para la Iglesia de Cristo, posee el incalculable valor de haber sido luz inicial de la Reforma. Hoy como ayer, por más de cuatro siglos, sus felices giros de expresión unen el pensamiento cristiano y son punto de concurrencia de las promesas y de la voluntad de Dios para sus hijos. ¡Somos, sin duda alguna, deudores a éste, nuestro maravilloso y más querido Libro! Sin embargo, como hemos podido apreciar en la narrativa anterior, y como veremos en las subsiguientes, en virtud del desarrollo de los estudios bíblicos realizados desde comienzos del siglo XIX hasta el presente, y con los descubrimientos de manuscritos griegos mucho más antiguos que aquellos que sirvieron de base para la traducción de Casiodoro de Reina, se han puesto en evidencia tan graves defectos en nuestra versión, que hacen indispensable considerar su revisión a la luz de un tipo de texto griego establecido mediante una metodología sistemática que provea relativamente todas las citas de evidencia manuscrita.

Westcott y Hort ... o la ciencia de la crítica textual.

El año de 1881 tiene un significado especial por la publicación de la más notable edición crítica del Testamento Griego jamás producida. Después de 28 años de trabajo, Westcott y Hort, ambos profesores de Divinidad en Cambridge, produjeron dos volúmenes titulados El Nuevo Testamento en Griego Original. A diferencia de editores anteriores, ni Westcott ni Hort se abocaron a la comparación de manuscritos ni tampoco proveyeron un aparato crítico. Más bien, utilizando colecciones de variantes textuales previas, perfeccionaron la metodología crítica desarrollada por Griesbach, Lachmann y otros, y la aplicaron rigurosamente pero con discriminación, a los testigos del Nuevo Testamento.

Los principios y procedimientos de la crítica textual elaborada por ellos son demasiado extensos para explicarlos en detalle, pero pueden resumirse sumariamente como lo determinaron en su introducción, a saber: Las evidencias internas de la lectura; las probabilidades intrínsecas y de transcripción; los grupos de evidencias internas y las evidencias genealógicas.

Al mirar en retrospectiva y evaluar la obra de Westcott y Hort, puede decirse que los eruditos de hoy día están de acuerdo en que la principal contribución hecha por ellos fue la clara demostración de que el texto Bizantino, es posterior a otros textos. Tres formas principales de evidencias respaldan este juicio: primero, el texto Bizantino contiene lecturas combinadas o fusionadas que son claras composiciones de elementos de otros textos más antiguos; segundo, ninguno de los padres ante-niceno cita lectura alguna del texto Bizantino; y tercero, en la comparación entre las lecturas sirias con otras rivales, su aspiración de ser aceptada como original se encuentra gradualmente disminuida y finalmente desaparece. No puede ser sorpresa que el total rechazo que Westcott y Hort mostraron hacia las aspiraciones del Textus Receptus de ser el original del Nuevo Testamento, fuera visto con alarma por muchos hombres de la iglesia, y encontrara serias oposiciones. Baste decir que todos aquellos que se opusieron a la obra de Westcott y Hort no alcanzaron a comprender la fuerza del método genealógico, según el cual el texto más tardío y combinado se evidencia como secundario y corrupto.

El breve recuento de la obra de Westcott y Hort puede concluir con la observación de que el consenso mayoritario de opiniones eruditas reconoce que sus ediciones críticas fueron verdaderamente extraordinarias. Ellos presentaron lo que sin duda es el más puro y antiguo texto que podía ser obtenido con los medios de información de la época. A pesar de que el descubrimiento de nuevos manuscritos ha requerido la nueva alineación de ciertos grupos de testigos, la validez general de sus principios y procedimientos críticos son ampliamente reconocidos por los eruditos textuales contemporáneos.

 


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