La Edad Moderna

 

La organización del poder

Las disputas entre el obispo y el concejo durante el siglo XV determinan la intervención real que introduce la figura del corregidor, un delegado real, que reduce el poder del obispo.

El poder real se fortalece en el siglo XVI tras la batalla de Villalar. A mediados del este siglo la bancarrota de la monarquía provoca las enajenaciones de bienes y cargos públicos, y las regidurías (de transmisión heretitaria) se venden a la oligarquía urbana. Esto, unido a la descomposición del señorío en 1574, privan de representatividad al municipio que queda en manos de unas pocas familias: los "veintidós". Estas familias se hacen con dos votos en Cortes en 1666 y se libran de la dependencia fiscal a Toro.

Con el reformismo borbónico, a la figura del corregidor se une la figura del intendente, con amplias competencias en policía, justicia, finanzas y guerra.

Tras los motines de 1766 se crean las figuras de diputados del Común y procurador síndico personero, elegidos por el pueblo y encargados de defender los intereses del pueblo en lo relacionado con los abastos.

Tal situación se mantendrá hasta la implantación del sistema constitucional en el primer tercio del siglo XIX.

El siglo XVI. Un período de expansión

La producción agraria crece de forma considerable hasta la midad de siglo. Por otra parte nace una industria textil basada en el trabajo de la lana. Todo ello unido a la comercialización de los productos a través del sistema de ferias y mercados y a la creación de actividades secundarias y terciarias, genera una época de prosperidad que durará hasta finales de siglo, en la que Palencia y Castilla constituyen el corazón económico y demográfico del imperio.

La bancarrota de la monarquía lleva a un aumento de la presión fiscal, acaba la moderación de las rentas de la tierra, de los derechos señoriales y fiscales. La época de prosperidad finaliza.

 

El siglo XVII. Un período de decadencia.

La política internacional de los Habsburgo exigió unos gastos desorbitantes a la monarquía española. Para sufragar estos gastos los reyes no dudaron en aumentar impuestos y en aliarse con cuantos pudieran contribuír a sostener económicamente la monarquía. Se procedió a la enajenación masiva de tierras baldías y concejiles.

La producción agraria no crece desde 1580, y a partir de 1600 decrece. El Estado, la aristocracia y los municipios se endeudan. La burguesía comercial invierte en la compra de títulos y rentas. Las malas cosechas y las epidemias agravan la situación del campesinado que se empobrece y ya no puede consumir productos manufacturados. Se reduce la demanda de bienes industriales, y las villas y mercados que crecieron durante el siglo pasado ahora languidecen.

La ciudad de Palencia tiene 11526 habitantes en 1587, en 1599 tiene 5143 habitantes.

Felipe II vendió pueblos de realengo a ricos aristócratas. Otros pueblos como Cisneros o Becerril pudieron comprar su libertad. A Cisneros le costó cuatro millones de maravedíes; a Becerrril, nueve.

Durante el siglo XVI fueron vendidos cerca de cincuenta pueblos del centro de la provincia.

La sociedad se ve reducida al dominio de la aristocracia, del clero y de los oligarcas urbanos, que apoyados por el rey viven de la actividad rentista, sin inversión productiva, lo que impide la recuperación económica.

En 1700 ejércitos de vagos, mendigos y pobres de solemnidad pueblan la ciudad y la provincia de Palencia.

La peste y las epidemias se ceban sobre una población que malvive.

 

El siglo de la Ilustración. Un período de recuperación incompleta.

El siglo XVIII es un período de recuperación de la actividad y la población en Palencia aunque no alcanzó los niveles del siglo XVI.

La agricultura (cereal y viñedo) es la principal actividad económica y debido a su baja productividad la que más población ocupa.

La propiedad de la tierra no está en manos del labrador. Según el censo de Godoy, a fines del siglo XVIII, sólo el 12% del campesinado era propietario. Y dentro de ese porcentaje se encuentran los pequeños propietarios del norte de la provincia, que apenas subsistían con su exigua propiedad.

De las 1512 casas que tenía la ciudad por entonces, sólo 170 pertenecían a propietarios laicos.

La renta de la tierra, la múltiple fiscalidad (estatal, municipal, señorial y eclesiástica), las operaciones especulativas en censos y ventas de granos, acentuaron la concentración de la riqueza, impidieron generar ahorro, una demanda sostenida y el desarrollo de una fuerte actividad industrial.

Los sectores industriales más importantes eran los destinados a satisfacer las necesidades primarias de la población: alimentación, vestido, calzado y vivienda. Se daba una producción autárquica en la que cada núcleo poblacional se proveía a sí misma para satisfacer sus principales necesidades.

En Palencia, la industria lanera sobresalió por encima de todas las actividades industriales. En 1692 había más de 200 telares y ocupaba a más de 3500 personas en Palencia y pueblos circundantes.

La mejora de la producción agraria e industrial rompió la tendencia regresiva del siglo anterior aunque no permitió un crecimiento demográfico importante.

Esta época vio la construcción del Canal de Castilla. Su objetivo era dar salida por mar, a través del puerto de Santander, a los granos de Castilla. Aunque el proyecto sufrió múltiples vicisitudes y no alcanzó este objetivo, el impacto comercial e industrial del Canal de Castilla fue extraordinario para la floreciente industria harinera de Palencia y Castilla. La realización del camino carretero de Reinosa a Santander y del camino del puerto de Guadarrama permitió la salida de los excedentes agrarios castellanos.